El año 2017, en materia de mejoramiento genético de la soja, cerró con una novedad importante: La facultad de Ciencias Agrarias de la UN de Rosario, en conjunto con el Conicet, realizó la presentación formal ante el Instituto Nacional de Semillas para inscribir un cultivar de soja cuya particularidad es que el 65% de sus vainas tienen cuatro porotos en lugar de las habituales tres. De acuerdo al aviso oficial, el promedio por planta es de 3,7 porotos por chaucha.

La obtención ha sido denominada Tango 4S (se supone que por “cuatro semillas”) y es un cultivar de grupo de madurez V e incluye el evento de resistencia a glifosato RR1, según se explica en el informe de RIA Consultores.

A posteriori de la publicación del aviso oficial (formalidad requerida para la inscripción de cualquier nuevo cultivar) me fue posible conversar con el ingeniero Eligio Morandi, coordinador del equipo de mejoramiento responsable de esta obtención, que dejó varios conceptos sobre esta novedad.

El primero es que los mejoradores habrían logrado un salto neto en la productividad, ya que aumentan la cantidad de granos por planta sin que esa ganancia se neutralice por menor peso de los 1.000 granos o menor cantidad de chauchas.

El segundo es que la característica de cuatro porotos por vaina, que es de tipo cuantitativo y poligénico, es de alta heredabilidad y por lo tanto transmisible a otros germoplasmas. Por qué es importante esto. Porque la idea del equipo de Morandi no es comercializar el cultivar en sí mismo sino desarrollar convenios con otros obtentores para transmitir este carácter a los germoplasmas de elite de las semilleras.

La pregunta es qué incremento de rendimiento se logrará al hacer que las líneas de mayor rendimiento incorporen el carácter de 4 semillas por vaina. La respuesta es que eso se determinará a medida que se ejecute el traspaso de ese fondo genético. La ventaja de Tango 4S es que no es una planta modelo salvaje que al transmitir un carácter deseable también transmite otros indeseables. De la charla con Morandi se entiende que resultará más fácil poder transmitirle este carácter a otros germoplasmas.

La tercer cuestión es el valor de la investigación en el ámbito público, en este caso de una universidad que lleva 40 años trabajando en mejoramiento, que puede lograr este tipo de desarrollos que, en conjunto con el sector privado, puede generar los saltos de productividad que la Argentina necesita para sus cultivos.