Por Javier Preciado Patiño

Director de RIA Consultores

Sin dudas esta nota no va a ser del agrado de muchos en el sector agropecuario, pero los mismos datos del INDEC, surgidos del informe Intercambio Comercial Argentino, muestran que en 2018 el saldo neto entre exportaciones e importaciones agroalimentarias fue inferior al de 2015.

Es probable que la mayoría en el sector rural esté convencida de que el agro es el “motor de la economía” argentina. Esto puede ser así, pero los datos fríos de las estadísticas señalan que a pesar de la devaluación, la eliminación de los derechos de exportación y la nueva política en materia de administración del comercio exterior, no hubo impacto positivo en la generación de dólares para la economía argentina desde la cadena agroalimentaria.

De acuerdo al informe del INDEC, en 2018 la exportación de Productos Primarios (PP) del agro (es decir excluidos minerales) ascendió a U$S13.511 millones, mientras que las Manufacturas de Origen Agropecuario (MOA’s) aportaron 22.907 millones más. Por su parte el biodiésel (que para este análisis lo tomamos como parte del complejo agroexportador porque si no se elaborara se exportaría como aceite de soja), aportó 971 millones de dólares. Pero las importaciones de productos agro intermedios (como el poroto de soja) y alimentos y bebidas elaborados restó de la cuenta del comercio exterior U$S4.329 millones. De manera que la cuenta neta es de 33.060 millones de dólares ingresados por la cadena agroalimentaria a la economía argentina en 2018.

Si comparamos estos números versus el último año de la administración K vemos que las exportaciones de PP aumentaron 7%, las de MOA’s cayeron 2% y las de biodiésel crecieron 90%, mientras que las importaciones prácticamente aumentaron tres veces (199%).

Acá se pueden plantear muchas consideraciones. Por ejemplo la última gran sequía que obligó a la industria aceitera a incrementar la importación de temporaria de soja para atenuar la creciente capacidad ociosa de sus plantas.

Pero en sentido contrario también se podría decir que las exportaciones de 2015 se vieron reducidas porque en el último trimestre, cuando la ascención de Cambiemos al poder vislumbraba la eliminación/reducción de los derechos de exportación, se produjo a un fuerte proceso de retención de ventas de granos, que se materializó en el primer tramo de 2016. De no haber ocurrido este hecho, hoy los números serían aún más desfavorables al tercer año de la gestión Cambiemos respecto de 2015.

Un análisis más detallado sería objeto de numerosos estudios, pero claramente el hecho de haber eliminado los derechos de exportación a los cereales y reducido levemente los de la soja generó un boom en los primeros y una retracción en el principal complejo exportador argentino, retracción que se vio agravada por la sequía de 2017/18.

En 2015 los cuatro productos del complejo soja (aceite, harinas, porotos y biodiesel) aportaron US$18.124 millones al comercio argentino. En 2018 esta cifra cayó a US$14.503 millones, es decir un 20% menos. Pero si consideramos que en ese año las importaciones temporarias de soja fueron nulas mientras que en 2018 redondearon los US$2.500 millones, el déficit se eleva al 33 por ciento.

En síntesis. Lamentablemente no hubo un boom agroexportador en los tres primeros años de la gestión Cambiemos, más allá de que puntualmente algún producto o cadena haya mostrado un crecimiento significativo, como es la carne vacuna que, traccionada por el consumo chino, hoy exporta cerca del 20% del total de la producción.