Increíblemente el hecho de que un ruralista de pura cepa encabece la gestión del área agrícola del Gobierno Nacional no solo no parece conformar a la cadena agroalimentaria, sino más bien todo lo contrario: mirarían con buenos ojos su alejamiento.

Políticamente, la figura de Etchevehere quedó muy debilitada luego del duro informe de la Oficina Anticorrupción que en términos políticos se lee como que los propios le soltaron la mano. “El único que lo banca, que no es poco, es Macri”, dicen quienes transitan los pasillos de Agroindustria. “Pero su salida estaría definida y es solo cuestión de esperar el momento adecuado”, aseguran, entendiendo que “el momento” tiene que ver con el Mundial de Rusia, en la presunción que el entretenimiento nacional hará pasar desapercibida cualquier medida que tome el gobierno.

El punto de inflexión alternativo es la Rural de Palermo, donde la duda es si hacerlo antes o después. Si la oposición ganara la conducción de la centenaria entidad, lo razonable sería hacerlo antes. Pero incluso hay dudas del arraigo que la figura del ministro tiene puertas adentro de la entidad. “Ni siquiera Pellegrina (el actual presidente) tiene gran simpatía por Luis Miguel”, se animan a decir. El poco sex appeal del funcionario queda reflejado en el siguiente textual de un técnico que le seguía los pasos en la última Expoagro: “Me llamó la atención que la gente no le pidiera sacarse fotos; salía de un ágape en un stand y caminaba por la muestra sin que nadie se le arrimara”, confiesa.

Por lo pronto el “Ministerio de Agricultores o de Agroselfies” es solo blanco de impiadosas críticas desde el mismo sector o, peor aún, se lo exculpa por su irrelevancia en la toma de decisiones trascendentales. “Si es el tema impositivo, es Economía; si es infraestructura, es Frigerio o Cabrera; si es laboral es Triaca. Al final, lo único que define Agroindustria es el color de la carta de porte”, ironizan.

Incluso, los anuncios que el presidente Macri hiciera en Expoagro no cayeron muy bien en la cadena. La liviandad con que se anunció, por ejemplo, la eliminación del Registro de Usuarios de Semillas (RUS) es una mala señal para atraer inversiones del sector semillero, cuando el mercado formal de autógamas no llega al 20% del área. O decir que se anulará el RENSPA parece tomar a la liviana la cuestión sanitaria, por más que a posteriori se aclarara que se trata de una unificación de registros.

El tema impositivo no es menor. Frente a una sequía que podría podar la cosecha de soja en 15 millones de toneladas respecto de lo inicialmente esperado (la Bolsa de Cereales de Buenos Aires habla ya de 39,5 millones de toneladas ante el silencio oficial) el hecho de que no se anuncie una eliminación de las retenciones a la oleaginosa o al menos la aceleración de la rebaja (piden al menos quitar de un saque los cuatro puntos porcentuales que restan para 2018) genera fastidio en la cadena. A esto se le suma la presión del impuesto inmobiliario, que si bien es provincial, cae en la misma bolsa. O el hecho de que aumente la tasa de interés para las tarjetas rurales.

La situación de emergencia agropecuaria es otro Talón de Aquiles: el fondo sigue congelado en 500 millones de pesos y no se ha implementado una alternativa (seguro) que lo reemplace. Esta semana, el funcionario deberá atender a los inquietos productores de la Federación Agraria que vienen reclamando cada vez más fuerte soluciones para su realidad.

Para algunos eslabones de la cadena, la cuestión de la importación no es menor y acá también ven parálisis en Agroindustria. Es el caso de los productores porcinos, que se quejan de libre albedrío en materia de importaciones de carne de cerdo congelada, que luego se descongela y se vende como fresca en las góndolas.

Puertas adentro el ajuste más algunos desmanejos, como la salida de la ex presidenta de Aapresid y muy reconocida referente, Beatriz “Pilu” Giraudo, generan desconfianza en la gestión. Ingresada por Buryaile a mediados de 2016, la dirigente habría renunciado debido a la poca sintonía con la gestión, que le propuso “seguir” pero “con otras funciones”.

Así las cosas un grupo de personalidades influyentes, próximas al gobierno, -una suerte de Jabonería de Vieytes del Siglo XXI- están modelando su propio candidato para suceder a Etchevehere. Apuntan a un perfil profesional, con visión de cadena y experiencia de gestión, pero “cabeza política”. El hombre en cuestión ya tiene nombre y apellido, y lo están posicionando para cuando llegue “el momento”.

Pero desde un punto de vista también será una mala noticia, porque se trataría del tercer cambio ministerial en el tramo final de la ¿primera? gestión de Cambiemos, lo cual implica barajar y dar de nuevo en un área que necesita acciones en lo inmediato.