“Hace diez años no sabía lo que era una pulverizadora”, se confiesa Guillermo Mariani, ahora ex accionista de King Agro, la compañía que fabrica botalones de fibra de carbono y que acaba de ser adquirida por la multinacional John Deere.

Sucede que la historia de King Agro es curiosa. Mariani y sus socios se dedicaban a la fabricación de mástiles de fibra de carbono para veleros de alta competición, como los que participan de la Volvo Ocean Race, la más exigente competencia de náutica off shore. Pero llegó la crisis de 2008 y los clientes europeos se retrajeron. “Un día llega el dueño de una fábrica de pulverizadoras y me pregunta por botalones de aluminio, a lo cual yo le respondí por qué no fibra de carbono, y ahí empezó todo”, relata el empresario, en la conferencia de prensa que John Deere organizó en Buenos Aires a raíz de la adquisición de la firma.

Los botalones de fibra de carbono resultan más resistentes que los de acero y más livianos, lo cual permite extender el ancho de labor o mantener con menor peso un mismo ancho. Esto implica requerir menor potencia en el motor de la pulverizadora y por ende un menor consumo de combustible. Lógicamente, su costo es superior al de los botalones convencionales.

Rápidamente King Agro se convirtió en proveedor de botalones de fibra de carbono para los principales fábricas de pulverizadoras de la Argentina. En 2015 firmó un convenio con John Deere para abastecerla a escala global de botalones para sus pulverizadoras.

Este 2 de marzo, la compañía con base en Illinois, anunció la compra de la compañía argentina, la primera en el país. La idea, tal como anunció el CEO de la Argentina, Gastón Trajtemberg, es que en poco tiempo el 90% de la producción de la planta de King Agro en Campana esté orientada a la exportación. John Deere pasaría a manejar un componente vital de la pulverizadora como es el botalón, a escala global. Por otra parte, el botalón es solo la punta del iceberg de lo que la fibra de carbono le puede aportar a la maquinaria agrícola. Lo que no trascendió fue el monto de la operación. La idea es que John Deere seguirá abasteciendo de botalones a otros fabricantes locales. “Existen antecedentes en otras áreas, como los cabezales para picadoras de forraje, marca Kemper, que los utilizan otras compañías”, sostuvo Trajtemberg.

 

Sesenta años en la Argentina

La firma celebra este 2018 sus 60 años en el país y para fin de mes esperan la llegada del CEO Sam Allen, que visitará la planta de Granadero Baigorria, en la provincia de Santa Fe.

El pasado año, la compañía empezó a trabajar fuerte en el mercado argentino en el rubro sembradoras, con la línea DB y las del tipo air drill para granos finos. “También hicimos muchas pruebas de equipos con la tecnología Exact Emerge que permite aumentar la velocidad de siembra a entre 14 y 16 kilómetros por hora”, señalaron. La idea es continuar posicionándose en el mercado argentino con productos de alta performance. Lo mismo ocurre en el rubro de las pulverizadoras, que completa la paleta de maquinaria junto con los tractores y cosechadoras y cuyo mercado local oscila entre 600 y 1.100 unidades anuales.