Está claro que el dólar juega y jugará todavía más fuertemente un papel decisivo en la compulsa electoral de octubre. Sintéticamente, un dólar planchado ayuda al Gobierno y uno descontrolado a la oposición.

Por eso, los dólares que los productores ingresen de la cosecha se encuentran en el centro del debate. Pero hasta ahora, en los primeros tres meses del año, las cosas no han resultado bien para el gobierno. La liquidación, tal como lo informa la cámara de la industria aceitera (CIARA) alcanzó a 4.189 millones, contra 4.681 en 2108 y 4.823 en 2017. Se trata del volumen de divisas más bajos en los cuatro años de gestión Cambiemos, como se muestra en el gráfico adjunto (fuente CIARA).

La expectativa está puesta en el ingreso de la cosecha gruesa al sistema comercial, cuando se espera una recuperación de los volúmenes que llevarían a la soja a 54 millones de toneladas y el maíz, posiblemente a cerca de 50 millones de toneladas.

Pero por ahora los números son cautelosos. Las operaciones en el mercado a término (futuros) se ubican por debajo de 2018. Si bien hay expectativas de que mejoren a partir de abril (en el comparativo interanual) las fuentes de RIA consultores señalan que la incertidumbre económica y política estuvo dilatando decisiones de negocios.

Por otra parte, la percepción de que el dólar podría trepar al piso de la banda cambiaria de no intervención, esto es por arriba de los $51, podría actuar demorando aún más decisiones de comercialización.

Los comentarios escuchados apuntan a que una vez liquidado el volumen que garantiza el cumplimiento de las obligaciones financieras, el productor tendería a esperar que la economía y la política comiencen a dar muestras de certidumbre, antes de vender el grano.

Probablemente, por la dinámica de la cosecha misma, sostienen, se liquide primer maíz y se guarde la soja como moneda de cambio.